Cuando miras a la Vía Láctea en luz visible, puedes ver miles de millones de estrellas, pero extrañas mucho más.
El ojo humano solo es sensible a una pequeña fracción de todo el espectro electromagnético (luz).
Cada rango de longitud de onda muestra una vista novedosa de todo lo que hay.
Rayos gamma: la luz de mayor energía se origina en los agujeros negros, las estrellas de neutrones, las supernovas, las burbujas de alta energía impulsadas por la antimateria y los remanentes de supernova.
Rayos X: cuando la materia se calienta debido a colisiones, flujos estelares, eventos cataclísmicos o aceleración de estrellas de neutrones o agujeros negros, se obtienen rayos X.
La fuente más fuerte de rayos X son los agujeros negros supermasivos.
Ultravioleta: esta luz generalmente revela estrellas calientes y recién formadas, pero es mala para ver nuestra propia galaxia.
Simplemente hay demasiado polvo, destruyendo la utilidad de la luz ultravioleta.
Visible: Esto es lo que normalmente vemos, miles de millones de estrellas con polvo que bloquea la luz.
Infrarrojo: Finalmente, se revelan las estrellas previamente oscurecidas.
La naturaleza de onda larga de la luz IR la hace transparente al polvo.
La luz de infrarrojo medio y lejano revela gas más frío y protoestrellas.
Microondas: simplemente muestra polvo calentado.
Radio: la luz de menor energía revela electrones y gas de hidrógeno.
Con tanta información, se ve mejor en longitudes de onda individuales.
Imagen de portada: Incluso desde nuestra ubicación, hay una gran lección que aprender: el plano galáctico oscurece el Universo más allá, unos 10 grados por encima y debajo, en luz visible, como se muestra aquí. Si quieres ver lo que está más allá de nuestra galaxia, o cualquier otra galaxia polvorienta, simplemente mira en el infrarrojo y mira cómo se te abre el Universo. Crédito: ESO / B.Tafreshi